¿Cuáles
son los alcances de un sínodo de obispos? Dice el canon 342 del Códex de 1983:
“El
sínodo de los Obispos es una asamblea de Obispos escogidos de las distintas
regiones del mundo, que se reúnen en ocasiones determinadas para fomentar la
unión estrecha entre el Romano Pontífice y los Obispos, y ayudar al Papa con
sus consejos para la integridad y mejora de la fe y costumbres y la
conservación y fortalecimiento de la disciplina eclesiástica, y estudiar las
cuestiones que se refieren a la acción de la Iglesia en el mundo.”
Y
en consecuencia, el canon 343 precisa:
“Corresponde
al sínodo de los Obispos debatir las cuestiones que han de ser tratadas, y
manifestar su parecer, pero no dirimir esas cuestiones ni dar decretos acerca
de ellas, a no ser que en casos determinados le haya sido otorgada potestad
deliberativa por el Romano Pontífice, a quien compete en este caso ratificar
las decisiones del sínodo.”
Por
lo que debe quedar claro, que si un padre sinodal propone que la Tierra sea
plana, esa no es la última palabra. Sin embargo, el problema con el Sínodo de
la familia previsto para 2015, es que no pareciera clara cuál sería esa última
palabra. ¿Por qué? ¿Por qué se desconfía en el mismísimo romano pontífice?
Antes del Sínodo extraordinario del pasado mes de octubre, cualquier católico
de cualquier parte del mundo, podía tener la confianza de que la doctrina no se
toca. Pero hubo 2 sucesos que a más de alguno le provocó perplejidad. Primero,
el 21 de febrero, luego de que el cardenal Kasper expusiera su galimatías en
favor de dar la comunión a los divorciados vueltos a casar, Francisco obsequió
las siguientes palabras:
“Quisiera agradecerle porque encontré profunda
teología y también un pensamiento sereno en la teología. Es agradable leer
teología serena. Y encontré lo que San Ignacio nos decía, ese <<sensus ecclesiae>>, el amor a la
Madre Iglesia, allí. Me hizo bien y se me ocurrió una idea, pero, disculpe eminencia
si lo avergüenzo, pero la idea es: esto se llama hacer <<teología de
rodillas>>. Gracias, Gracias».[1]
Por
lo que el sensus de quienes son
leales a la doctrina, presumió –con fundamento- cuál sería la postura del Papa.
El segundo suceso, se dio en el mismísimo sínodo, cuando se publicó de manera
oficial, la “relatio post disceptationem“
del relator general, el Cardenal Péter Erdő, del 13 de octubre. Un
documento que causó una importante oposición de prelados como los cardenales Burke,
Müller, Cafarra, y Gadecki, entre otros.
Este último, afirmó de manera tajante: “La «Relatio»
del Sínodo se aparta del Magisterio de Juan Pablo II”[2].
La
calma podría haberse recobrado con la publicación de la Relatio Synodi final. Pero, la perplejidad ha vuelto, y ahora con
el nuevo cuestionario preparatorio del sínodo del próximo año. Para sorpresa de
todos, se han incluido los temas que habían sido rechazados por los padres
sinodales. Todo parece indicar que se trata de un segundo intento por aprobar los tópicos que no superaron la primera criba:
comunión a divorciados vueltos a casar, el problema pastoral con las personas homosexuales, y el trato a las parejas de
hecho. [3]
El
documento final del sínodo extraordinario, fue tomado como una derrota del Papa
Bergoglio, quien, además, pareció dirigir un reproche a los defensores de la
recta doctrina. En la misa de clausura de dicha asamblea y que, también sirvió
para elevar a los altares a Paulo VI, Francisco dijo:
“Acabamos
de escuchar una de las frases más famosas de todo el Evangelio: «Dar al César
lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» (Mt 22,21).
Jesús
responde con esta frase irónica y genial a la provocación de los fariseos que,
por decirlo de alguna manera, querían hacerle el examen de religión y ponerlo a
prueba. Es una respuesta inmediata que el Señor da a todos aquellos que tienen
problemas de conciencia, sobre todo cuando están en juego su conveniencia, sus
riquezas, su prestigio, su poder y su fama. Y esto ha sucedido siempre.
Evidentemente,
Jesús pone el acento en la segunda parte de la frase: «Y [dar] a Dios lo que es
de Dios». Lo cual quiere decir reconocer y creer firmemente –frente a cualquier
tipo de poder– que sólo Dios es el Señor del hombre, y no hay ningún otro. Ésta
es la novedad perenne que hemos de redescubrir cada día, superando el temor que
a menudo nos atenaza ante las sorpresas de Dios.
¡Él
no tiene miedo de las novedades! Por eso, continuamente nos sorprende,
mostrándonos y llevándonos por caminos imprevistos. Nos renueva, es decir, nos
hace siempre <<nuevos>>. Un cristiano que vive el Evangelio es
<<la novedad de Dios>> en la Iglesia y en el mundo. Y a Dios le
gusta mucho esta <<novedad>>.”[4]
Hic et nunc: V.
Oremus pro Pontifice nostro Franciuscus
R. Dominus
conservet eum, et vivificet eum, et beatum faciat eum in terra, et non tradat
eum in animam inimicorum eius. [Ps 40:3]
[1] http://vaticaninsider.lastampa.it/es/vaticano/dettagliospain/articolo/concistoro-consistory-consistorio-32236/
[2] http://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=22194
[3] http://www.lanuovabq.it/it/articoli-un-pontificato-per-far-emergere-lapostasia-silenziosa-11136.htm
[4] SANTA
MISA CON OCASIÓN DE LA CONCLUSIÓN DEL SÍNODO EXTRAORDINARIO SOBRE LA FAMILIA Y
BEATIFICACIÓN DEL SIERVO DE DIOS PABLO VI HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO,
Plaza de San Pedro, Domingo 19 de octubre de 2014
Me pregunto si no llegó ya el momento en que debemos dejar de rezar por las intenciones del Sumo Pontífice y conformarnos con pedir que en lugar de enseñar su ideología modernista nos enseñe la verdadera fe y moral cristiana
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